
En unas oficinas las sensaciones que los clientes perciben de ellas son tan importantes como las de sus trabajadores. Es fundamental que la imagen refleje la identidad y valores de la empresa, pero igual de importante es crear un lugar adecuado para que los trabajadores puedan desarrollar satisfactoriamente su trabajo. Nos referimos a un espacio diseñado para fomentar el trabajo en equipo y la creatividad, un espacio para recibir a los clientes y transmitirles los valores de la empresa.

El local a reformar se encuentra dentro de una nave industrial dedicada a reprografía. La empresa, entre otras cosas, se dedica a elaborar etiquetas para grandes cadenas de ropa, lo que conlleva a buscar una imagen acorde y coherente con sus principales clientes. Así, el objetivo de esta reforma es crear un “refugio” dentro de la fábrica para “estar”, trabajar e imaginar, un espacio capaz de transmitir creatividad y calidez a clientes y empleados y que se adapte a las necesidades de ambos.

El espacio que comprende la reforma es un paralelepípedo en el que dos de sus lados están acotados por cristaleras con vistas a la fábrica. La intervención principal consiste en trasdosar con una piel de madera el lado largo del rectángulo con cristaleras, cegándolo, y focalizando así las vistas del lado corto hacia la sala donde se encuentra la maquinaria de la reprografía. De esta forma, existe un continuo contacto visual entre fábrica y oficina. Esta “piel” trasdosada, en la que se integran una pantalla y una chimenea que sirven a la zona de reuniones, está realizada con dos tipos de madera que se van intercalando y que ayudan a acortar visualmente toda su longitud. La pared opuesta se reviste con corcho negro, dando servicio así a la zona de trabajo.

El suelo se recubre con planchas de viroc negro, y el falso techo registrable existente se mantiene casi en su totalidad, a excepción de pequeñas modificaciones realizadas (como el pintado, reagrupación o sustitución de algunas placas) cuya finalidad es revalorizarlo.

Espacialmente el volumen se divide en cuatro zonas: trabajo, reunión, exposición y espera. Todas ellas diferenciadas claramente por el mobiliario, el tipo de iluminación y, en algunos casos, por sutiles separaciones físicas como una “mampara” de soga o una “cortina” de láminas de madera, que separan las zonas de trabajo y reunión y las de exposición y espera respectivamente. Esta diferenciación en zonas no interrumpe la fluidez espacial que se percibe en todo el volumen y permite leer la reforma como un conjunto unitario.

Todo el mobiliario ha sido, o bien especialmente diseñado para el proyecto (como las mesas móviles de exposición que recuerdan a etiquetas, el mobiliario de la zona de espera o la lámpara de la sala de reuniones), o bien reciclado y personalizado para integrarlo en el conjunto global (como las mesas y sillas en la zona de reunión).

La limitación del presupuesto (pues partíamos de un importe cerrado) nos obligó a hacer un ejercicio de optimización de materiales y mobiliario y a aprovechar parte de lo existente. El resultado es un pequeño oasis dentro de la fábrica, que da cobijo y protección y fomenta la creatividad y las relaciones tanto con los clientes como entre los empleados.